Publicado: Sábado, 11 Junio 2022

Una ceremonia de agradecimiento y júbilo

Hay que remontarse veinte años atrás para recordar una ordenación sacerdotal de jesuitas en Bilbao. Este sábado 11 de junio la Residencia acogió engalanada y llena de gente una celebración en la que siete jesuitas fueron ordenados sacerdotes: Borja Miró, Jaime Espiniella, Pepe Castilo, Manu Santamaría, Andrés González, Alberto Cano y Carlos Maza. Compañeros jesuitas de muchas partes de la provincia y del extranjero, familiares, amistades y la familia ignaciana de Bilbao nos reunimos a las 12:30 con un cielo nublado muy bilbaíno para disfrutar de una ceremonia presidida por D. Joseba Segura, obispo de Bilbao, acompañado de los PP. Antonio España SJ, provincial, Francisco Cuartero SJ, delegado de formación y más de 75 sacerdotes concelebrantes.

Los novicios lideraron un coro formado por jóvenes de Magis a los que se sumaron personas de otras ciudades por donde han pasado los ordenandos, con un repertorio muy cuidado y una ejecución que ayudó a todos los presentes a entrar en la belleza de la liturgia.

Las lecturas nos invitaron a conectar con la llamada que el Señor nos hace con las palabras dirigidas a Jeremías “antes de formarte en el vientre, te elegí”; a hacernos conscientes de que “llevamos este tesoro en vasijas de barro”; y que es el Señor quien envía a los nuevos sacerdotes a atender a sus gentes pues “se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas como ovejas que no tienen pastor”.

En la homilía, Monseñor Segura invitó a los ordenandos, y a los presentes, a ser testigos de la Verdad en un mundo donde la verdad está debilitada, desde el convencimiento de que el Evangelio es Palabra de vida. Necesitamos estar cerca de Cristo para hablar de Dios y presentar nuestra propuesta, que nace del evangelio, sin complejos.

Tras la liturgia de la Palabra prosiguió el rito de ordenación, con momentos tan emocionantes como son la oración cantada de las letanías con los ordenandos postrados, la imposición de manos y el revestir a los neosacerdotes con los ornamentos al modo presbiteral, asistidos por sus padrinos. Y finalmente la unción de las manos, la entrega de la patena y el cáliz. Las mascarillas, todavía presentes, no impedían adivinar las sonrisas y la emoción de los recién ordenados en la plegaria eucaristía concelebrando por primera vez junto al obispo.

En la acción de gracias, Andrés, tuvo unas palabras en nombre de los siete en las que nos fue llevando por distintos lugares que han sido clave en el camino de los nuevos presbíteros: sus familias, la Compañía de Jesús, el contacto con los pobres, el ámbito de la salud, el trabajo con jóvenes, el estudio de la teología, etc.

A continuación, nos dirigimos al colegio Nuestra Señora de Begoña, que celebra este curso sus 100 años de historia, y que nos acogió para compartir un pintxo, bebidas y poder saludarnos y seguir celebrando la alegría de tener a siete nuevos sacerdotes para la Iglesia y la Compañía.

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