Publicado: Miércoles, 14 Abril 2021

Sal Terrae: Un año del Covid

Hace algo más de un año, el 14 de marzo de 2020, sufrimos un estricto confinamiento por causa del COVID-19. Está en la memoria de todos cómo hemos tenido que vivir desde entonces en una montaña rusa de contagios, fallecimientos y restricciones alternados con periodos en que estas cifras se relajaban. En este número de SAL TERRAE proponemos reflexiones sobre lo que en este año hemos podido aprender para nuestra vida personal y social, así como para nuestra práctica pastoral.

En primer lugar, José Mª Rodríguez Olaizola, S.J., reflexiona sobre la aspiración difundida desde el principio por los portavoces oficiales, que recogía la esperanza ampliamente difundida, de que tras la pandemia entraríamos en una nueva normalidad y saldríamos más fuertes sin dejar a nadie atrás. Se pregunta si de verdad estamos mejorando en algún aspecto y si hay algo en lo que podríamos cambiar.

Laura Steegmann Pascual ofrece una descripción de lo que ha ocurrido en uno de los escenarios más vulnerables, el de las residencias de mayores. Han tenido que afrontar situaciones para las que no estaban preparadas, que se han vivido desde corrientes éticas diversas. Pero lo ocurrido ha puesto de relieve que las personas - también las ancianas - son un valor absoluto y un fin en sí mismas que, como tales, merecen respeto absoluto e incondicional.

Luis González-Carvajal Santabárbara ofrece criterios para iluminar teológicamente algunas cuestiones relacionadas con la Covid-19: ¿Puede considerarse la pandemia un castigo de Dios?, la eterna cuestión del mal: ¿Por qué permite Dios esta pandemia?; Providencia y providencialismo, y finalmente: no hay mal tan malo que de él no resulte algo bueno: Algunos frutos positivos de la pandemia.

Álvaro Lobo Arranz, S.J. apunta lo que ha ocurrido en la práctica pastoral de la Iglesia, a raíz de la pandemia. Los agentes de pastoral se han visto obligados a ser creativos y a buscar nuevas maneras de actuación. Se han planteado escenarios distintos, se han interrumpido procesos pastorales en marcha, ha habido que comenzar otros nuevos o sencillamente ha sido necesario resistir. Sin embargo, este tiempo también ha supuesto una oportunidad para aprender, afinar estilos y desarrollar intuiciones que convendría mantener en adelante.

Alberto Cano Arenas, S.J. se fija en la labor de los sanitarios y su acercamiento al dolor. El trabajo del personal sanitario implica asomarse a la experiencia sagrada del sufrimiento. Desde la experiencia reflejada en el libro de Job, propone pistas para restañar una relación con lo divino que ha podido verse herida por la pandemia. Concluye el autor sosteniendo, con Job y desde la fe, que Dios no abandona al justo, sino que le responde cuando lo llama y lo escucha en su tribulación.

Por último, dentro de la serie dedicada este año a la Eucaristía, Aurelio Ferrándiz García explica la preparación de las ofrendas, antes del Vaticano II llamada “ofertorio”. Pero el verdadero ofertorio en la Eucaristía es la plegaria eucarística en la que Cristo se ofrece al Padre y suma a su ofrecimiento a cuantos participan en la Eucaristía presentes o ausentes, en último término, a toda la Iglesia. La presentación de las ofrendas en la actualidad, tal como expresan las oraciones desde la reforma litúrgica a raíz del Vaticano II se inspira en la antigua beraká, la bendición judía.

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